Discurso de solicitud de ingreso a la Cofradía de la Viña y el Vino de Montilla del cofrade Andana
(Bodegas Pérez Barquero)
Autoridades, Cofrades de la Viña y el Vino, Cencerrones, Amigos del vino:
Quiero, en primer lugar, agradecer la posibilidad que me brinda la Cofradía de la Viña y el Vino de Montilla, de, en un acto público, solicitar mi candidatura a dicha Cofradía, en su grado de Cencerrón, exponiendo, en cuatro palabras, el cariño que por mi ciudad y el vino he sentido en el pasado y la voluntad futura de un servicio más comprometido a ambos a través de un modelo de vida sencillo, reposado y jubiloso que son, sin más, los rasgos que caracterizan a nuestra historia y como consecuencia a nuestros vinos.
Quiero deciros, amigos, en primer lugar, que desde siempre he deseado pertenecer a la Cofradía de la Viña y el Vino de Montilla y que solicité formalmente hace algún tiempo mi ingreso, aprovechando la invitación que recibí de participar en una convivencia íntima de la misma, coincidente con la esplendida Salutación que el cofrade lías hizo a nuestro vino, allá en las postrimerías de 1998; ocasión ésta en la que, de una forma pionera, el saludador trazó un magnífico paralelismo entre las sensaciones que le transmiten diversos pasajes musicales, en este caso de la llamada música clásica y nuestros vinos. El tiempo pasado desde entonces ha hecho que me afiance en mi idea primera y que la Asamblea de la Cofradía, por otra, meditara, serenamente, la conveniencia de mi posible inclusión.
Los motivos de esta aspiración son muy variados: Os podría hablar de aquellos que priman las características puramente organolépticas de nuestros vinos; también de razones afectivas, de recuerdos de momentos pasados en torno a una copa de vino, compartiendo amigables tertulias con un porcentaje muy alto de los hoy miembros de esta Cofradía; de aquellos que priman la defensa del paisaje, donde nuestras viñas no solamente representan un elemento decorativo, sino que forman parte de nuestro acerbo cultural y de nuestra forma de vida y preocupaciones: un trabajo artesanal, intensivo y casi eminentemente familiar, donde como decía nuestra última Exaltadora Carmen Calvo, tuvieron y tienen un papel tan trascendente nuestras mujeres; y para compendiar todos los anteriores, de los que intentan animar el desarrollo armónico de uno de los principales elementos de la economía de nuestro pueblo.
Considero que nuestros vinos se encuentran en la actualidad en una difícil encrucijada entre lo que significa su magnífica calidad, como aspecto positivo, y los altos costes de producción y la competencia de otras bebidas sustitutivas que han producido cambios en los gustos y actitudes de los consumidores actuales, como factores negativos. A pesar de ello, confío sinceramente que estos vinos de calidad van a permanecer en el tiempo, aunque sólo sea por el empeño de aquellos como nosotros, un grupo cada vez más numeroso, que deseamos vivir la serenidad de nuestra futura existencia con aquello que nos ha acompañado tan íntimamente desde siempre, y, a ser posible, en compañía de nuestros próximos.
Por todo ello soy de la opinión de que hay que formar a los futuros consumidores, empezando por los más cercanos, en esto que valoramos y que objetivamente poseen nuestros vinos, de la misma forma que lo hacen, con más fortuna, otras comarcas que, poseyendo caldos de buena calidad, dicha calidad, sin duda, no es el fruto de un proceso de elaboración tan rico en matices, a lo largo del cual el vino va adquiriendo los aromas y sabores que tanto apreciamos.
Mi conocimiento del tema vinícola, como algunos sabéis, va de lo simplemente emocional, como vivencia de una juventud donde abundaba en nuestras reuniones festivas: tertulias, guateques, paellas, etc., en esos momentos mágicos que representaba la visita a la entonces bodega José Jaime Ruz S.A.con tío Mariano a despertar el sueño de aquel fino viejo; a lo profesional, ya que la agronomía ha sido el eje central de mi formación universitaria y las industrias agrarias mi tema de especialización: mi proyecto fin de carrera fue el diseño de una bodega de elaboración y crianza de vinos en Montilla.
A partir de entonces mi trayectoria profesional ha ido por otros derroteros, que, aunque han tendido hacia mi vocación agraria, no me han llevado a desarrollar el ideal de mis deseos.
Mi afición al vino ha hecho que en mis estancias, muy frecuentes, fuera de Montilla, éste haya ocupado siempre el papel de embajador de calidad hacia aquellas personas a las que quería obsequiar con algo íntimo. Por todo ello presumo de haber creado afición, en mis círculos próximos de una extensa parte de España y de algunos países extranjeros. Por citaros algún ejemplo cercano en el tiempo he de deciros que he logrado cambiar la opinión de un extenso grupo de amigos sevillanos, respecto al concepto tópico que todos ellos tenían al asociar al vino de Montilla con aquel que posee el defecto de ser un vino “cabezón”. De hecho la evidencia ha sido obsesiva y hemos festejado, la bondad de los vinos de nuestra tierra en repetidas visitas a las bodegas de nuestro amigo y colega Jorge Lara en Las Navas del Selpillar y todas cuantas ocasiones nos reunimos para alegrarnos la vida.
También he querido asociar el vino de calidad de Montilla al deporte a través de la organización del Primer campeonato de golf Amigos del Vino de Montilla, celebrado en la Sierra Morena cordobesa y cuya culminación fue una comida apropiada a la variada gama de vinos de Montilla, que me viene a la memoria así:
Ya sonaban los vidrios en las bandejas.
Los colores del amarillo al caoba iluminaban el ancho salón.
Crecía la amistad, también el alborozo:
flamenquines, croquetas, salmorejo con el fino.
Un alto en las animosas tertulias ...
hay que conocer lo que se disfruta.
El castizo acento cordobés de José Morales
destacó sobre el entusiasta auditorio.
Ya sabe distinto aquello que se valora ...
Vino joven, fino, oloroso, al gusto de cada uno
acompañaron a las alcachofas a la montillana y a la carne.
Cuando el vino dulce se dio de la mano
con el pastelón de Manolito Aguilar,
llegó el momento de las distinciones deportivas.
Todos recibieron un premio al esfuerzo:
Los premios, que representaban los vinos:
fino, amontillado y dulce,
asociaban sus características sensoriales
con las que correspondían al lance.
Los mejor clasificados recibieron su catavinos plateado.
Como considero que la labor como candidato a cencerrón no debe de acabar en el intercambio de parabienes acerca del vino entre amigos montillanos y foráneos, sino que debe de trascender hacia aquello que posibilite el aumento de su consumo, tanto en nuestra región como en otros territorios, y dado que a través de mi profesión he aprendido a medir, a analizar y a concluir sobre aspectos de la economía y la sociología agraria, os participo que este bagaje de conocimientos y posibles actuaciones profesionales en el campo de la vitivinicultura quedarán a disposición de la Cofradía.
En fin, como conclusión a las ideas antes expuestas, solicito formalmente en este foro el ser incorporado a la Cofradía del Vino, en calidad de cencerrón, asumiendo en consecuencia el proceso que la misma tiene designado para sus candidatos. Para ello cuento con el apadrinamiento de los cofrades: José Mª Luque Moreno, Mariano Ruz Ortiz y Juan Antonio Criado Espejo. Muchas Gracias.
Montilla, 2 de junio de 2001