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Tenemos un reto por delante: dar a probar este mosto a todo el mundo. La Sierra de Montilla tiene que convertirse en un lugar de obligado peregrinaje. Estoy seguro que aquel que viene es nuestro mejor embajador y reclamo publicitario. Hagamos el mejor esfuerzo posible porque después, todo vendrá rodado y caerá como caen las fichas de dominó. Y para los amantes del fino, no preocuparos, que en el mejor de los casos no estaré tan acertado y siempre quedará para rellenar las botas de nuestras bodegas, donde el buen hacer de los arrumbadores nos presentarán el vino con la más amplia gama de olores y sabores, que solo la crianza irá aportando con el paso del tiempo. |