Salutación al vino nuevo de 2000

 

 

Agradecimiento        Gracias Juan por tus palabras y por ofrecer una vez más tu casa  - casa Palop - y sobre todo tu vino para un acto de la Cofradía.

Salutación         Nos hemos reunido los hermanos de esta ilustre Cofradía, para celebrar un año más el nacimiento de un nuevo hijo de la tierra y el sol de estos nobles y bondadosos pagos de Montilla. En nombre de todos los cofrades, y por voluntad del hermano Rociador, te doy la bienvenida y te saludo, vino de la cosecha de 2000, en este singular año que despedimos al siglo y al milenio. Mis méritos para tan alta distinción son escasos,  y distan mucho de los aportados por los cofrades que me precedieron, en especial los del cofrade Rociador, Juan Portero, verdadero organizador e impulsor de las actividades de esta cofradía. El año pasado por estas fechas, el cofrade Rociador, con el pretexto injustificado de  no ser artista, ni literato, ni músico, y desde su conocimiento teórico y práctico de la cultura y técnica vitivinícolas, nos redactó un diccionario de urgencia, con el que consiguió fumigar la plaga parasitaria de gusanos rojos que el Word sembró por su discurso, al tiempo que nos aclaró,  con una inteligente y humorística utilización  del contraste,  la terminología al uso de las faenas vitivinícolas.

Planteamiento        Mi caso, sin embargo, es mucho más desesperado, pues a la falta real de cualidades artísticas, se une mi desconocimiento casi absoluto de las técnicas vitivinícolas. Cierto es que en el verano del 67, junto al cofrade Rociador, asistí a un cursillo de enología, de aquellos que se organizaban en el antiguo sindicato. Pero un mes de juego con matraces y productos químicos, no es suficiente para adquirir unos mínimos conocimientos sobre la materia. Recuerdo que con las pipetas tomábamos muestras directamente de una garrafa, sin ningún cuidado en la succión, por lo que los responsables del curso se vieron obligados a desnaturalizar el vino, y evitar así que gastáramos más de media arroba en cada análisis.  Mi falta de competencia en la materia me ha obligado, pues, a tomar otro derrotero. He optado por  indagar en la naturaleza de un acto de salutación como el que nos ocupa, es decir, preguntarme por el significado de un acto en el que nos reunimos para desear salud al vino nuevo.  El diccionario  dice que la salud es un estado en que el ser orgánico ejerce con normalidad todas sus funciones. Esto significa que, según el diccionario, nos hemos reunido para desearte, vino nuevo de 2000, que cumplas con normalidad tus funciones ¿Pero cuales son esas obligaciones a las que te debes? A comentar algunas dedicaré mis palabras de bienvenida.

Funciones          El testimonio arqueológico más antiguo que conocemos de tu existencia  parece ser un jarrón de barro encontrado en las montañas de Zagros, en Irán, de 5.500 años de antigüedad, en cuyo fondo se han encontrado restos de tu presencia. Sin embargo tu historia se pierde en los confines del tiempo y va siempre unida a nuestra historia. Tu descubrimiento probablemente fue, como el de los grandes descubrimientos de la Humanidad, un hecho fortuito, pero a partir de ese momento te fuimos incorporando a nuestras comidas, al comprobar que en tu compañía mejoraba el sabor de los alimentos; a nuestras prácticas curativas, al descubrir tus virtudes sanitarias; a nuestra vida social, al constatar que tu presencia nos hacía más comunicativos; y a nuestra vida cultural y espiritual, al experimentar que contigo  ascendíamos a un estado cercano al de  nuestras deidades. Acompañar nuestra dieta, cuidar de nuestra salud, potenciar la sociabilidad y mantener nuestra cultura, serán, pues, las obligaciones que voy a recordarte.

Dieta            Sabemos que lo que caracteriza a la dieta mediterránea  es el uso del aceite de oliva, el pan como alimento básico, la fruta como postre, los frutos secos, el café, el ajo, la cebolla, el tomate y sobre todo el vino. La vid y el olivo - imágenes inseparables del campo de Montilla - han participado en la historia y cultura de los países mediterráneos desde sus orígenes.  La cultura mediterránea es esencialmente la cultura del vino y el aceite. El primero como aperitivo y  acompañante de las comidas, y el segundo como ingrediente básico de las mismas. Aunque la dieta mediterránea forma parte, desde hace milenios, de nuestro patrimonio gastronómico, el descubrimiento de sus saludables propiedades dietéticas se atribuye al norteamericano Keys, que ha tenido un   papel decisivo en la ciencia de la nutrición, junto con Grande Covián, que inició con Keys su andadura y la prolongó durante más de veinte años. La dieta mediterránea no es más que un modelo de comportamiento gastronómico que compatibiliza el disfrute de la comida y el vino con el mantenimiento de la salud. El vino y la comida se necesitan  mutuamente, como apuntaba ya el fisiólogo español Huarte de San Juan  en el siglo XVI, cuando dijo que "tan perjudicial es el comer sin beber como el beber sin comer". Efectivamente, sin vino no hay una buena comida, pero a veces  la comida no es más que un excelente pretexto para beber un buen vino. En nuestra tierra, en Andalucía, a esta integración del vino y la comida le hemos añadido la amistad y la conversación, y la hemos convertido en todo un estilo de vida con la invención y práctica del tapeo.

Salud          A lo largo de los siglos hemos ido comprendiendo, de forma intuitiva al principio pero con razones científicas después, que tu presencia en la dieta era buena para la salud, nos ayudaba a prevenir enfermedades, y posiblemente a aumentar los años de vida. Muchos libros sagrados y escritos médicos antiguos, están repletos de citas que elogian tus propiedades sanitarias.  El mismo Hipócrates afirmaba de ti lo siguiente: "el vino es cosa admirablemente apropiada para el hombre, tanto en el estado de salud como en el de enfermedad, si se le administra oportunamente y con justa medida, según la constitución individual". A finales del siglo pasado se comenzaron a analizar científicamente algunas de tus propiedades, llegándose a identificar diversos elementos favorables para nuestro organismo, hasta el punto  que  Pasteur llegó a afirmar que "eras la más sana e higiénica de las bebidas". En un momento histórico como aquel, en el que el mundo asistía temeroso al descubrimiento de los microorganismos, esta afirmación supuso un fortalecimiento de nuestra ya grata convivencia. Hasta no hace más de 90 años eras la única bebida que podía tomarse con absoluta seguridad sanitaria, las demás, incluida el agua, eran vehículos de múltiples enfermedades. Los estudios científicos del siglo XX han venido a confirmar todas estas aseveraciones. Tu consumo parece relacionarse con una menor incidencia de enfermedades del corazón, y los últimos estudios sugieren, además, que algunos de tus componentes podrían tener un efecto preventivo frente a la aparición de enfermedades malignas. Tu capacidad antioxidante - afirman algunos expertos - supera por ejemplo a la de las naranjas,  las manzanas, las cebollas o las berenjenas. En definitiva, el estudio de tus componentes está identificando una serie de propiedades que te convierten - administrado siempre en dosis moderadas - en el mejor y más agradable de los medicamentos preventivos.

Sociabilidad        El Señor de Piedra Luenga, en la III Exaltación del Vino de Montilla,  analizó nuestra relación contigo, y nos descubrió que eras "el procedimiento ortopédico por excelencia para salir del paso de una inseguridad circunstancial", y añadía el doctor  Castilla del Pino que contigo "conseguimos la necesaria relajación, la que da seguridad, aunque sea ilusoria, en la relación con el otro". Reconoce, pues, nuestro ilustre psiquiatra, que tu presencia ayuda a que los humanos nos perdamos el miedo, a que nos relacionemos, a que seamos más sociables. Sin embargo, reconociendo el diagnóstico, nosotros preferimos expresarlo con términos más alejados de la psiquiatría.  Preferimos afirmar que con tu presencia nos sentimos más comunicativos, más confiados en nosotros mismos para explicar a los demás lo que pensamos del mundo. Tu presencia nos estimula los cinco sentidos, además del sentido superior de la inteligencia. En torno a ti celebramos  las grandes conversaciones, que probablemente serían menos interesantes sin tu compañía. Contigo compartimos nuestros estados de ánimo, celebrando nuestras alegrías y mitigando nuestras penas. Actúas  como factor de cohesión entre tus amigos, haciendo que se diluyan nuestras diferencias,  incluso las sociales. Tu compañía regula muchas de nuestras relaciones, hasta el punto que en Andalucía te conviertes en el reloj de algunas citas sociales. Tu hora, la hora del vino,  sincroniza el rito de nuestro encuentro en el bar o en la taberna.

Cultura          Constituyes un ingrediente básico de nuestra vida social, pero también eres  un bien cultural. Nuestra cultura es una cultura del vino. A nosotros, tus amigos, nos atraen todos los aspectos que rodean tu  mundo misterioso: tu origen, tu historia, los secretos de tu elaboración y crianza. Procedes de la resultante de dos fuerzas poderosas: el prodigio de la naturaleza y la  capacidad creadora del hombre, por eso  eres un bien cultural y no un simple producto de consumo. Eres fruto de la vid y del trabajo del hombre, participas a la vez de lo sagrado y de lo profano. Te has convertido en un valor de la civilización y en el índice más significativo de calidad de vida. En nuestra cultura mediterránea te hemos incorporado a la vida cotidiana. Y en este punto me gustaría realizarte un ruego: que recuperes tu papel tradicional de instrumento formativo para la juventud frente al alcoholismo. Tú y yo sabemos que a muchos jóvenes de hoy no les gusta beber, sino haber bebido, por eso buscan  atajos en destilados alcohólicos de alta graduación y dudosa procedencia (whisky, ginebra, vodka), como  medio de evadirse de una realidad que les disgusta, o simplemente para llegar por la vía más rápida y barata a un estado eufórico. Para recuperar a estos descarriados de unas costumbres que nos llegan de los bárbaros del norte, habrá que fomentar la cultura del vino y la educación de su consumo. Será necesario que el conocimiento del vino sea transmitido por el entorno familiar, en el que los mediterráneos lo hemos bebido durante miles de años. En este sentido nuestra ilustre Cofradía tiene un papel y responsabilidad que no puede eludir. Debemos erigirnos en vehículo de divulgación y en indiscutible ejemplo de moderación. Tenemos que conseguir que beber una copa de vino sea eso, beber una copa, pero con cultura.

Despedida          Vino nuevo de Montilla, me dirijo ahora a ti en particular para recordarte que dentro de poco tiempo irás a vivir a las botas de roble de la bodega, junto a tus mayores. Ellos te enseñarán el secreto de la crianza.  En esta fase de convivencia y aprendizaje recorrerás diferentes niveles, te vigilaran y cuidaran para que desarrolles tu personalidad, hasta que consigas el grado de madurez y calidad que te permita ingresar en las soleras.  A partir de ese momento estarás preparado para vivir entre nosotros.  Pero en esta época de globalización que te ha tocado vivir, tendrás que viajar por todo el mundo. Tendrás que sufrir el alejamiento de tu tierra, del lugar que te hizo nacer. Deberás soportar otros climas menos saludables. Escucharás otras lenguas. Para proteger  la armonía de tus cualidades organolépticas y que te ayuden a seducir a otras gentes, te estabilizarán y prepararán convenientemente. Con ello perderás parte de tu naturalidad, de tu más íntima personalidad. Pero no te preocupes, en recompensa a ese esfuerzo,  tus verdaderos amigos seguiremos viniendo a tu casa a visitarte, y a compartir contigo -a pie de bota-  jornadas inolvidables. Tu presencia  nos hará más comunicativos, más confiados, y nos ayudará, como siempre, a resolver los problemas de la política, del país y del mundo.

Relevo          Y antes de romper el protocolo y pasar a disfrutar de tu compañía, tengo que cumplir la última obligación de mi nombramiento, y proponer, como manda la tradición, al cofrade que se encargará de dar la bienvenida al vino nuevo de 2001. He querido que esta alta responsabilidad recaiga en el cofrade TRUJAL, Francisco Criado Espejo. Estaremos todos de acuerdo que por sus innumerables méritos, hace ya mucho tiempo que debería haber ejercido el cargo.

 

 

      Madrid, diciembre de 2000

      Cofrade Venencia